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En este blog tendreis oportunidad de ver fotos de Castresana de Losa, fotos de hoy en día y fotos antiguas. Tambien de leer cosas interesantes acerca este pequeño pueblo de Burgos enclavado en el valle de Losa.

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castresanadelosa@hotmail.com

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domingo, 27 de julio de 2008

EL MOLINO:


En el lugar conocido por los habitantes de Castresana por "el molino" se encontraba antiguamente una ermita, de estilo neovisigodo, atribuido a la epoca pleno o bajo medieval fundada en el siglo VIII segun las investigaciones de Arribas Magro. Esta parece ser que existió antes de fundarse el pueblo; debía ser según comentan las personas más ancianas en honor a santa Lucia Es un edificio en cuyo interior apreciamos una cúpula en ella estaría ubicado el altar del templo. Ahora muy deteriorado por haber sido utilizado como molino (actualmente aun se puede moler ya que funciona correctamente, pero debido a tener estas maquinas muchos de los vecinos ha caído en desusó).
El edificio es de una sola nave rectangular con muros de frágil consistencia y pequeños canecillos en su techumbre, con cabecera recta al este.Se ha perdido la bóveda de cañón que la cubría así como el pórtico del que solo quedan las tres ménsulas de apoyo. La puerta, al sur es de arco de medio punto. La fabrica es de mampuesto calizo y sillares en los contrafuertes. El tejado se encuentra en muy buen estado debido a la restauración hecha en el 2006.
Alrededor de esta ermita había una serie de tumbas construidas con lajas de piedra estas. Estas tumbas ya no son visibles por haber sido cubiertas por sucesivas capas de tierra para facilitar el camino a los carros que por allí circulaban. Junto a muchas ermitas, como también sucede en esta aparecen tumbas excavadas en roca que reciben el nombre de olerdotanas. Si, nos llama la atención en la fachada exterior este del edificio, a la altura de su parte central una tumba antropomorfa  caliza de la que se conservaba solamente la parte superior de la misma, debido a la erosión.
Este yacimiento esta declarado de bien histórico artístico de Castilla y León.
Las diferentes fases de construcción en que se han encontrado algunas sepulturas similares a estas, han permitido identificar las diferentes etapas empleadas en su construcción.
En una primera fase el proceso se iniciaría con la elección del lugar de implantación, así como de una roca de granito apropiada al caso, en cuya elección, y por razones obvias, no solamente era necesario tener en cuenta las dimensiones del difunto, sino que permitiese, además, orientar la sepultura de forma que la cabeza quedase orientada hacia el Oriente, lugar por el que aparecería Dios el "día del juicio final", según los cánones cristianos de la época.
En una segunda fase se procedería a marcar en la roca el contorno de la sepultura para, seguidamente, realizar el excavado correspondiente con la profundidad deseada, así como el alisado de las superficies internas del habitáculo.
Las últimas teorías parecen indicar que este tipo de enterramiento se ha utilizado durante centenares de años por diversas culturas, lo que aparece avalado por los diferentes grados de erosión que aparecen sobre tumbas situadas en una misma roca
En cuanto a las razones por las que este tipo de sepulturas aparecen aisladas o en muy pequeños agrupamientos, la teoría predominante en la actualidad es su atribución a los eremitas. (La palabra “eremita” procede del substantivo “eremo” que significa desierto. En la Edad Media, era muy común que las personas que buscaban una vida más evangélica y penitente habitasen en lugares desiertos).
En el pueblo de Gayangos también se encuentra un promontorio de roca silícea donde aparecen tumbas similares a estas de Castresana con huecos de forma de momia egipcia, donde se adapta perfectamente la cabeza, ensanchándose por los hombros y siguiendo en disminución por los pies, todos los enterramientos miran hacia oriente y sus dimensiones oscilan entre uno y dos metros veinte centímetros de largo.

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lunes, 21 de julio de 2008

EXCURSIÓN A VILLOTA


No importa que fuera distinguido con el sugerente nombre del El Balcón de Losa. Después de once largos siglos de existencia, Villota de Losa, sucumbió. Su difícil situación, infernales accesos e ínfima calidad del terreno, fueron en gran medida los principales motivos que aceleraron su muerte. Fue abandonado por sus últimos vecinos hace ya 40 años.

Para acceder a Villota desde Castresana, tenemos que dirigirnos hacia Villalba de Losa por la BU-552, tras pasar por Quincoces y el cruce del Cañón, entrar en el pueblo de Teza y seguir el camino del monte, habrá que pasar la barrera, y tras un pedregoso camino (que bien puede hacerse a pie o en coche), llegamos al enigmático pueblo de Villota. Está situado a unos 10 km de Castresana

Desde el lugar más alto del pueblo, el campanario de su iglesia, alcanza la vista hasta Quincoces de Yuso, y se ven próximas también, a vista de pájaro, las poblaciones de San Martín, Villalambrús, Villacián, Mambliga, Fresno..

En diversas cuevas de la zona se han localizado restos arqueológicos pertenecientes a la Edad de Bronce. También mosaicos de una villa romana. Todo esto apunta a que estas tierras losinas fueron habitadas desde muy lejano tiempo. Es sin embargo, en la repoblación altomedieval cuando debió surguir Villota, en ese momento en que el abad Pablo impulsa y coloniza esta zona burgalesa.

En 1752 Villota tenía doce casas habitables, nueve vecinos y dos viudas, todos del estado noble, que se dedicaban al labrantío de sus tierras, obteniendo de ellas trigo, cebada, centeno. Por aquel tiempo, para matar la monotonía de su trabajo y de los días lso vecinos tenían una taberna proveída por Carlos de Villate, vecino de dicho lugar.

Ya en este siglo, se sabe que Villota tenía diecisiete vecinos , casa de Concejo y Rectoral, y que la escuela se construyó en el año 33 durante la República, a la que acudían unos cuarenta chicos entre los de Baró y Villota. También disponían de dos molinos, juego de bolos y un horno y un pozo en cada casa. Hacia 1940 conoció la luz eléctrica. Por esa época la correspondencia llegaba a Villota de manos de un cartero de San Llorente que recogía las cartas en Quincoces y día si, día no repartía cartas por todos los pueblos de la zona. El médico que atendía el pueblo era el de Quincoces, al que había que ir a buscar en caballo, para luego dejárselo a el. También disponían de una taberna, pero era muy particular, pues era atendida cada mes por una casa del pueblo, y no disponía mas que un poco de vino, orujo y coñac.

A mediados de este siglo vivían en Villota unos 10 vecinos, pero por esta época ya no había ni maestro, ni cura ni pastor. "Después de la guerra, yo no se que pasó, pero dejó de haber cura en el pueblo".

La fiesta patronal de Villota era dutante la Ascención y por tratarse de la primera fiesta del año acudían a ella mucha gente de valle, andando, pues en bicicleta no se podía. Las fiestas duraban dos días y se recuerda que eran amenizadas por un músico ciego de Artzeniega, que venía por todos los pueblos losinos. La música se contraba por dos días, se quedaban a dormir en casa de los mozos del pueblo y se les pagaba con leña.

Hoy en día, Villota es un pueblo abandonado con un encanto especial, la mayoría de las casas aún permanecen en pie, las piedras de los caminos hacen que el pueblo parezca el mismo que hace 50 años, antes de que el último habitante partiese. Sin duda, pasear por el es un placer para los sentidos..

Fuente: Los Pueblos del Silencio. Elías Rubio Marcos

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domingo, 20 de julio de 2008

CURIOSIDADES:


Fuente: Diario de Burgos, Domingo 9 de Febrero de 1992.

“Castresana, el pueblo donde uno encuentra lo que nunca espera.

Castresana es uno de los pueblos enclavados en el Valle de Losa. De origen muy antiguo, fue colonizada en el siglo IX por el abad Pablo.

El río Serna pasa por el pueblo, lleva el encanto de sus gentes y la belleza de su paisaje, a miles de kilómetros después de recorrer sus aguas, las tierras bañadas por los ríos Pucheruela, Trueba, Nela y Ebro. Recorriendo el pueblo, uno se da cuenta de que existen tres calles asfaltadas, que la gente esta acostumbrada a soportar en invierno, temperaturas de varios grados bajo cero pero que aprovecha los momentos solares para acudir a las campas que existen junto a la hermosa iglesia.
(…)

Como los problemas siempre vienen acompañados, el bosque estatal que existe en el pueblo y cuyos pastos se subastan cada cinco años, esta lleno de lobos que hacen la vida imposible al ganado que en él pasta.
(…)

Al otro lado de la carretera existe una extraña muna que divide el paramo de Socalzada y según nos comenta un lugareño la muna la hizo construir el señor de Villaventin para que pudiese pasear en calesa un hijo aquejado de tuberculosis.”

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miércoles, 16 de julio de 2008

EXCURSIÓN A VESCOLIDES

Junto con otros 16 pueblos del Valle de Losa, Vescolides formaba parte de la Junta de Oteo a mediados de este siglo. De ese conjunto de pueblos, que en 1940 sumaban una población de 1.890 habitantes, cuatro hoy son ruinas y el resto apenas si llegaban a reunir 500 en 1991.

Vescolides se encuentra en la vertiente sur de los Montes de la Peña, al borde de un vallejo poco profundo, en cuyo fondo nace la fuente de la que siempre se surtieron sus vecinos. Se encuentra a unos 200 metros de la carretera que va de Castresana a Quincoces de Yuso, entre Villabasil y Lastras de la Torre, a unos 4 km de Castresana.

La acción colonizadora de las tierras del Valle de Losa, llevada a cabo por el abad Paulo a mediados del siglo noveno, se dejó sentir en su extremo oriental, sin embargo parece que el surguir de Vescolides, que se encuentra situado muy cerca de una antigua vía romana, tuvo lugar más adelante. Hay constancia de que en 1068 Vescolides existia ya con el nombre de Vescolites, pues así aparece en el Cartulario de San Millán.

Según el Catastro de Ensenada, en 1752 Vescolides tenía 6 casas habitables y 5 vecinos, todos ellos meros labradores y ganaderos. Recogían trigo, comuña, cebada, habas, yeros, ricas, avena y legunmbres, y en los pastos de la ladera sur de los Montes de la Peña llevaban a pacer yeguas para criar, caballos, ovejas, carneros, cabras, cerdos...

A mediados del siglo XIX, el caserío de Vescolides había aumentado hasta 7 casas. Su iglesia parroquial era aneja de la de Lastras de la Torre y estaba dedicada a San Cristóbal.

A mediados de este siglo todavía quedaban en pie 6 edificios habitables, junto con 8 dedicados a otros usos, aunque la población ya había disminuido notablemente, pues en 1940 solo quedaban 13 habitantes. Había empezado el ocaso de Vescolides. Ya en 1950 el pueblo quedó despoblado y en la actualidad solo hay una casa, que data de 1829, y algún veraneante.

Las casas estaban constituidas pro una planta baja, en la que se encontraba el portal y las cuadras, un piso en el que estaban las habitaciones y la cocina, y un desván, que era utilizado como pajar. No tenían agua corriente aunque suplían esta carencia con su fuente natural y pozos. La mayor parte de la piedra de la iglesia fue aprovechada para otras construcciones, y hoy en día podemos ver parte de ella en el cementerio de Oteo.

Vescolides no gozó de escuela propia, ni de taberna, molino, fragua o potro de herrar. No conoció la luz eléctrica. Cada casa tuvo, eso sí, su particular horno y también disfrutó de los servicios de un pastor de ganado.

Los últimos vecinos de Vescolides fueron Esteban Villaluenga y su esposa Francisca Gómez.

Fuente: Los pueblos del silencio. Elías Rubio Marcos

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martes, 15 de julio de 2008

DEMOGRAFÍA:

Este pueblo siempre tuvo poca población, los datos mas antiguas que hemos podido recoger en cuanto al censo de población son del ocho del 1 de 1551 en el que vemos que habitan veinte vecinos, al igual que en Lastra de la Torre superándole entre los pueblos que forman la junta de Oteo, Quincoces con cuarenta y Perex con treinta y cinco y medio. Encontramos otro vecindario recogido en 1737 donde en Castresana hay 22 vecinos, Quincoces 28 y Oteo 13. Esto si que nos sigue sorprendiendo ya que siempre habíamos oído que Castresana fue unos de los pueblos del valle más pequeños y pobre como así parece ser ya que ni su iglesia es importante arquitectónicamente hablando comparada con otras del valle. Ya en el siglo XVIII encontramos otro censo del catorce de abril de 1787 donde aún sigue aumentando, Castresana veinte siete, Quincoces se sigue manteniendo con los cuarenta, En este encontramos a nuestros vecinos de Villavasil con veinticinco, Oteo que también asciende ya a veinte y Villaventín con veinte cuatro. Aproximándonos a nuestro milenio, a principios del XX, concretamente en 1910 no hemos constatado los vecinos pero si como mayor curiosidad los habitantes hallándose ciento cuarenta y ocho almas residiendo en Castresana, con 64 edificios y con una extensión de 6,8 Km. cuadrados. Villafría en esos momentos tiene cuarenta y uno. Villavasil cinto ochenta y seis; Muga cincuenta y cinco y Villaventin cinto setenta y nueve. Según nos comentan nuestros abuelos la época ellos han oído, que llego a tener hasta 37 vecinos, este dato no le hemos constatado ya que son dignos de nuestra total credibilidad. Tenemos datos de 1613 donde vemos que había 20 vecinos En 1737 eran 22 vecinos y en 1787 había 27 vecinos.

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EL COMPONEDOR "PACO MANGUERAS":

Hombre recio y enjuto, conocedor de suelos, veredas y caminos que existían entre los distintos pueblos del Valle de Losa y Montija. Dormía bajo el manto de las estrellas y con la luz de la luna, tanto en verano como en invierno. Tostado por el sol y el viento dedicó su vida al arreglo de "cacharros". Cuando se agujereaba una cazuela, en aquella época de escasez de todo, se le esperaba a él , como popularmente se dice como “agua de mayo”. Llegaba cada seis u ocho semanas al pueblo y con su buen hacer, cogía su materia prima la hojalata, la daba un baño de estaño por ambas partes soldándola a dicho puchero, sartén u otro utensilio que necesitase reparación. Allí aparecía en el potro, con su burro y perro, las alforjas rellenas prácticamente de harapos, pero de buena utilidad para él, como eran las dos mantas que le guarecerían de la fría noche de invierno, con la gran nevada a su alrededor. Junto a él, el fuego en una de las dos esquinas de nuestro potro. Era un hombre amable y educado pero quizá por su apariencia todos los niños y niñas del pueblo le teñían miedo, no les gustaba pasar al anochecer cerca del lugar donde él estaba.

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lunes, 14 de julio de 2008

EXCURSIÓN A MUGA


FUENTE DE MUGA.Perteneciente a la Junta de Traslaloma, Muga contaba en 1894 con 17 casas y 37 habitantes. Era, pues, un pueblo hasta cierto punto normal entre los centenares que se desparraman por la provincia. Pero un horrible y múltiple crimen, cometido en los años 20, diezmó su población y aceleró el proceso de abandono que para entonces ya se había iniciado. El efecto dominó y el terror hicieron que en 1932 quedara en Muga tan solo un vecino.
Hoy en día, Muga es un pueblo abandonado que se encuentra a unos dos kms de Castresana subiendo por el monte en la vertiente sur de la Sierra de la Magdalena, en una ladera al pie del alto de la Portilla.
Mediado el siglo pasado, Muga contaba con 8 casas y 4 vecinos. Tenía además una iglesia parroquial que bajo la advocación de Santiago Apóstol, era atendida por un cura y un sacristán. Los vecinos se esforzaban para no contraer las "fiebres catarrales y afecciones de pecho" que eran las enfermedades más comunes del pueblo.

Muga nunca tuvo carretera, ni luz eléctrica, por ello, sus vecinos nunca conocieron llegar coche alguno a su pueblo ni más luz que la de los candiles y las velas que ellos mismos fabricaban con la cera de las abejas. Tampoco tuvo molino, por lo que tuvieron que valerse de los de Mena, ni fragua. Salvo hornos de cocer el pan, adolecían de casi todo. Eso si, andaban sobrados de nieblas, esas nieblas que con tanta frecuencia bajaban (y bajan) de la Magdalena para envolver el pueblo. Para sus desplazamientos, los vecinos de Muga se servían de las yeguas. En ellas, lo mismo iban a avisar al médico de Castrobarto, que las ferias de Quincoces de Yuso y Medina. Eso, naturalmente, cuando se podía andar por los caminos, porque en invierno las intensas nevadas llegaban a incomunicar el pueblo.

El calor humano se enfría en Muga por la tragedia, Ya casi al final de su historia, un terrible suceso acaecido en este lugar conmocionó a la provincia entera. Un vecino fuera de razón dio muerte a sus tres hijos, a su mujer y a su suegra, degollándose después. Seis personas muertas en un solo día, en un pueblo que antes ya del suceso había empezado a declinar. Seis entierros al unísono en un diminuto cementerio, del que todavía hoy pueden verse algunos escombros. Coinciden además en aquella familia algunos de los últimos hitos de Muga: la última boda, los últimos nacimientos y los últimos entierros habidos en el pueblo.

El honor de haber sido el último vecino de Muga de corresponde al señor Nisio, Dionisio Rasines. Con su mujer, abandonó el pueblo en 1932.

La fiesta mayor de Muga coincidía con la del patrón de su iglesia, Santiago Apóstol (25 de julio). Eran dos días de celebración, con bailes en una era arrimada a la iglesia, al son de la iglesia y el tamboril. A la fiesta acudían gente de los pueblos losinos más cercanos, Castrobarto, Castresana y Villaventín principalmente.

Fuente: Los pueblos del silencio. Elías Rubio Marcos


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